Los empaques tienen la capacidad de elevar (o no) un producto. Por eso, cuando una grifería española de renombre se acercó a Próceres con un nuevo producto, pusimos atención. Se trataba de un grifo innovador que venía en uno de esos empaques que solo se encuentran con proveedores de lujo.

Confiados, pagamos el anticipo del grifo para probarlo en nuestras obras. Lo que el proveedor no sabía era que en Próceres medimos la calidad de un producto con su uso. Por eso, antes de terminar de finalizar la compra de un volumen significativo, pusimos el grifo en el baño de los albañiles de una obra en plena construcción.

Con esta prueba, estaríamos evaluando la capacidad del grifo para aguantar alto tráfico y cómo reaccionaría el material frente a elementos externos como polvo, lodo y residuos de obra.

Al poco tiempo de haberlo instalado en el baño, el grifo empezó a deshacerse. El cromo se le cayó y su funcionamiento falló. Cuando reclamamos el producto, los proveedores “de renombre” no se hicieron responsables. A pesar de haber asumido el costo, en Próceres la historia se volvió una anécdota que todos los colaboradores conocen ahora.
 

Para Próceres, probar los materiales antes de instalarlos en una nueva construcción es primordial. Por eso, también hemos metido pisos de madera durante dos días en agua para probar su resistencia e incluso metimos una muestra de cuarzo para top de cocina en un pichel de gaseosa y ácidos para asegurarnos que aguantara cualquier material en su uso diario.

Cuando hablamos de calidad en Próceres, a esto nos referimos. No solo se trata de la estética o la “portada” de un producto, sino también de su resistencia y su comportamiento en situaciones extremas que le aseguran a nuestros clientes que están recibiendo acabados que funcionan de verdad.
 

Como decimos en Próceres: no son productos para hoy y mañana, son productos para décadas y algunos para toda la vida.